lunes, 12 de diciembre de 2011

¿GENERACIÓN PERDIDA O GENERACIÓN DORMIDA ?



              Hay que ver cuán alegremente los políticos tachan a nuestros actuales jóvenes, nuestros hijos, como generación perdida. Realmente sorprende la forma en que se da por hecho como quienes (por ley natural) tendrían que coger el testigo del relevo a todos los niveles en la sociedad, son considerados como un algo irrecuperable. Pero ¿tendrán razón? Francamente, yo no lo sé, pero en principio y por principios, me niego a aceptarlo así, tal cual. Primero, porque soy padre y como tal y al mismo tiempo como educador que fui también, me niego a admitir que el esfuerzo que ambos desarrollamos, yo y mis hijos, no valiese para nada, que no tenga recompensa alguna. El sacrificio de los jóvenes durante los mejores años de sus vidas y el sacrificio de quienes (los padres) hicieron posible esa preparación, no puede tener un resultado tan baldío.

             Segundo, porque también me niego rotundamente a aceptar que tengamos que dar por hecho que personas de tan solo veintipocos años representen ser ya una pesada carga para la sociedad de la que forman parte. Los políticos, ya lo sabemos, todo o casi todo lo solucionan con euros. Pero esa forma de arreglar las cosas, lejos de resultar positiva, lo que hace es continuar alimentando la cultura de la subvención que lo único que sustenta y mantiene es a la misma cultura de la comodidad y la vagancia, ambas amparadas por el velo de esa, tan engañosa y mal llamada sociedad del bienestar.

              Y tercero, porque me revelo contra tanta alegría y descontrol a la hora de gastar lo que es de todos. No puede ser que se empleen cifras astronómicas en formación y luego no seamos capaces de recoger ningún rédito de esa inversión. Decimos que la grandeza de un país está en la formación de sus ciudadanos, pero con frecuencia nos olvidamos de que esa formación si luego no hay en donde aplicarla, realmente vale de muy poco o nada. Esa, la del empleo, es la fase final del período completo de la formación, y así hay que entenderlo. Por lo tanto, si nuestros jóvenes no tienen en donde aplicar todo lo aprendido, el sistema es lo que no vale.  

            Pero dicho esto y entendiendo que quienes nos gobiernan son los primeros culpables de esta situación, hay que decir también que no son los  únicos culpables. Hay otros protagonistas, y esos, somos la sociedad en general y los mismísimos jóvenes en particular. ¿Qué es de ellos? ¿ Dónde están? ¿ Cómo pueden mantenerse tan pasivos? éstas y otras preguntas similares, son las que con frecuencia nos hacemos los que, por nuestra edad, ya no pertenecemos a la llamada población activa. Y es que no es normal el conformismo que muestran – mayoritariamente – con todo lo que les está cayendo encima.

             A pesar del altísimo e injustificable porcentaje de paro que tienen que sufrir, los jóvenes se muestran de tal manera que parece que el problema no va realmente con ellos. Es cierto que están desmotivados, pero ¿ a dónde les lleva esa actitud de pasividad? La dejadez nunca fue, porque no soluciona nada, el mejor consejero para la solución de los problemas, y esa es la postura que desgraciadamente tiene y mantiene la inmensa mayoría de nuestra juventud.

              Los problemas se pueden ignorar, incluso, se puede intentar vivir al margen de ellos, pero si se hace, luego estamos inhabilitados para exigir responsabilidades. Mejorar la sociedad es tarea de todos los ciudadanos y no solo de la clase política, y dentro de esos todos, fundamentalmente y en primer lugar, de los directamente implicados, en este caso, los jóvenes. Por eso, es intolerable que ellos se mantengan ( de forma generalizada ) tan pasivos y al margen de la situación que les está tocando vivir. Una situación, que aunque a quienes daña más directamente es a ellos, afectar afecta a todos.

              Las lamentaciones nunca valieron para nada, pues nunca fueron la solución a los problemas. Los jóvenes tenéis que despertar, tenéis que tomar la iniciativa, tenéis en definitiva, que decir basta ya. Y si así lo hacéis, seguro que no estaréis solos, el apoyo de quienes nunca os defraudaron, vuestros padres, estará una vez más con vosotros. Ésta es una lucha que afecta a todos, y por lo tanto, todos debemos de estar en ella para encontrar la solución. 

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