LAS
PROMESAS, COMO EL
TURRÓN
Cierto es que
el turrón es un producto que se puede consumir en cualquier época o momento del
año, pero no es menos cierto también, que éste, quizá por la tradición, cuando de
forma generalizada y mayoritaria aparece en nuestras mesas, es únicamente en el
periodo navideño. Es decir, de forma muy puntual. Pues bien, de igual manera
que ocurre con el turrón en Navidad, en política ocurre con las promesas en los
periodos electorales. Éstas aparecen cuando de ganar el voto se trata y
desaparecen de forma inmediata hasta la siguiente consulta electoral.
Galicia va a
tener, porque así lo decidió el Sr. Feijoo, un nuevo proceso electoral para el
próximo 21 de Octubre. Un adelanto electoral, que en ningún caso se hace porque
la situación de la Comunidad así lo demande, si no porque los intereses
partidistas del PP, y/o de su presidente y equipo, así lo aconsejan. Es
indudable, que se hace desde el legítimo derecho que el sistema democrático en el
que vivimos le otorga al presidente, y por ello y a este respecto, nada hay que
objetar. Sin embargo, hay que señalar que en el momento actual y pensando en
los intereses generales de los gallegos, no hay nada que así lo aconseje. La
realidad gallega a día de hoy, nos dice que de nuevo nos encontramos ante la
clásica situación en la que los intereses de unos pocos prevalecen, legalmente
insisto, sobre los intereses generales
de los muchos.
¿Y a donde lleva esto? Pues esto lleva
consigo volver a prometerle a la sociedad lo que ya tantas veces se le prometió
y que sistemáticamente se le negó. Y en el caso concreto de nuestro Ferrol, pues
el tren al puerto exterior, el gran centro de reparaciones, la plataforma
logística del puerto exterior, la finalización del saneamiento de la Ría, el
barrio de Recimil, la apertura del Auditorio de Caranza, y un largo etc que
daría lugar a una lista interminable de promesas, algunas de ellas viejas
promesas, y que hasta el momento son promesas más que incumplidas.
En Ferrol
tenemos motivos, muchos, muchísimos, como para desconfiar de la clase política.
Y es que podemos decir que somos un
pueblo con el que los grandes partidos jugaron de forma sistemática y continuada,
a lo largo de los últimos treinta años.
Por eso, en Ferrol se mira a todo proceso
electoral con mucho recelo, suspicacia y por supuesto mucho escepticismo. Ahora
y llegado de nuevo este momento, llega el instante de la reflexión y con él, la
posibilidad de decirle a quienes nos han engañado ¡¡ Vasta ya !!.
Tenemos que
sacar nuestro orgullo, dejar que éste aflore y decirle a aquellos que con
nosotros han jugado durante tanto tiempo que hasta aquí. Cambiar el rumbo de
nuestra historia está en nuestras manos, y si consideramos que tenemos motivos
para hacerlo, hagámoslo. El pueblo es soberano y en estos momentos, es cuando
lo tiene que demostrar.
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