FERROL : INFIERNO Y PARAISO
De todos es sabido que a las cosas se les ve
dependiendo del color del cristal con que se les mira. Pero esa percepción, lo
que no hace, porque no puede, es ocultar la verdadera realidad de las mismas. Y
precisamente por esto último, el grave
problema que tenemos en Ferrol con el tráfico rodado y todo lo que él conlleva,
no se puede ni ocultar ni minimizar. Es cierto, que por las debilidades propias
de nuestra condición de ser humano, nuestra opinión, aún intentando ser de lo
más imparcial, siempre se verá influenciada en función de la afinidad que
tengamos con quién gobierne en la ciudad en cada momento. No obstante, en Ferrol,
y aún queriendo ser de lo más condescendientes, hoy por hoy y después de algo
más de un año de mandato del actual equipo de gobierno, tenemos que lamentar
que la ciudad continúe teniendo por delante esa asignatura pendiente que tanto
y tanto condiciona la libre movilidad de sus gentes y de entre ellas y sobre
todo, de nuestras personas mayores.
Por las últimas noticias aparecidas
en los medios respecto al aumento del número de sanciones impuestas por la
Policía Local en este apartado, podría pensarse como si se estuviese mejorando
en ese sentido. Pero no, Ferrol en el tráfico rodado y en el estacionamiento de
los vehículos, sigue siendo un auténtico Infierno. Y los principales culpables
de esta situación son, fundamentalmente, el concejal de seguridad, Pablo Cal
Martínez y el jefe de la Policía Local, José Manuel Pérez.
Lo habitual, lo cotidiano, es
encontrarnos con los coches aparcados encima de las aceras. Interfiriendo los pasos
de peatones. Interceptando los cruces de calles, y así hasta un largo etc. Un
largo etc que nos lleva a reflexionar –
para nuestra desgracia – sobre si nuestra ciudad no será un auténtico Paraíso para quienes, utilizando el coche, deciden campar
a sus anchas pasando por alto todas y cada una de las normas establecidas al
efecto.
La ciudad es un auténtico
martirio para quienes se ven en la
necesidad de caminar por sus calles llevando un coche de bebé o una silla de
niño pequeño. Y lo es, porque sus aceras se ven invadidas, sin que nadie lo
remedie, por los coches en ellas estacionados. Hay calles, como la Magdalena, en las que es
prácticamente imposible avanzar veinte metros, por una de sus aceras, sin tener
que bajar para continuar por el centro de la calzada.
Ferrol, en este aspecto, es una
ciudad imposible para los que, desgraciadamente, tienen que depender, por su discapacidad,
de una silla de ruedas para desplazarse, de igual forma, que para todos aquellos
que necesitan de la ayuda de unas muletas para poder caminar. La nuestra, es
una ciudad en la que, en este apartado, es un auténtico Infierno. Una ciudad en
la que por la anarquía existente en el tráfico, las personas mayores que por su
edad ya se comportan un tanto torpemente y necesitan de la ayuda de un bastón,
tienen que sortear mil y una adversidades para poder caminar con cierta
tranquilidad. Y es que además y por si ya fuesen pocos los inconvenientes,
ahora hay que añadir un nuevo factor de riesgo e incomodidad como es la frecuente
circulación de bicicletas por las aceras, con el correspondiente peligro para
los viandantes.
Lo que en Ferrol sucede en cuanto al
tráfico rodado, es un desprecio absoluto a las normas y a los ciudadanos.
Principalmente a nuestros mayores. Hay momentos en los que pasear por las
calles de la ciudad es todo un reto, y este problema, requiere una solución
inmediata que lleve consigo contundencia con todos los infractores.
Ahora es momento de recordar como los hoy gobernantes, en la oposición en
la etapa anterior, criticaban, y de que manera, a la ex concejala Sandra Ríos,
responsable de esa área con el gobierno anterior.
En este apartado y hasta el momento, la mano
del actual concejal responsable, Pablo Cal Martínez, brilla por su ausencia. Esperemos
que cuando este artículo de opinión vea la luz de la calle, se pueda decir que
los responsables municipales, conscientes del problema, están trabajando en
busca de una rápida y eficaz solución.
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